
Le oí decir, que lo que más admiraba era a las grandes figuras del éxito. Yo entendí por esto que admiraba a futbolistas, escritores, actores, músicos y otros personajes de renombre, fama y notoriedad. A la vez me costaba entender que olvidara a otras personas, que cuando vio su obra o las cosas que éstas hacían le parecieron extraordinarias, le conmovieron y le hicieron reflexionar. Pero luego, a la hora de elegir o proyectar su vida no quiso ser ninguna de esas personas, sino otras que la nueva sociedad ha impuesto; las del éxito.
Ahora no logró entender después de haber visto "Invictus de Clint Eastwood", que haya personas que no quieran ser, más a menudo; Nelson Mandela, Ghandi, la madre Teresa, Vicente Ferrer. Y sin embargo copien las vidas de infelices protagonistas del éxito, la fama y el dinero.
Creamos sociedades adocenadas por un solo pensamiento: el triunfo, pero no un triunfo humano y moralizador, más bien un triunfo cuantioso; y cuanto más cuantioso y desmedido mejor.
2 comentarios:
Ya hay muchas personas anónimas que son y estan orgullosas de ser así, gente que lleva casas de acogida, ayuda a drogadictos, etc... eso son héroes de nuestros días y no son notorios, ni famosos, en general nos llegan los grandes nombres que citas, pero el mundo esta plagado de buenas personas... y de malas...
Tienes toda la razón. Menos mal que hay personas así.
Pero yo me referia a la inmensa mayoría, no hay más que preguntarle a nuestros hijos que quieren ser de mayores.
Todos admiramos a Mandela, Ghandi..., pero a la hora de elegir que hacer con nuestras vidas
las llevamos por otros caminos.
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